Los mejores trucos para hablar en público

   Muchas personas describen al momento de hablar ante otras como "aterrador". Sí, esa palabra tremenda es la que usan con mayor frecuencia; "paralizante" es el término que se escucha en segundo orden. En cualquiera de los dos casos la definición es clara: no pueden hablar (como probablemente lo hagan con sus amigos, con su pareja o con sus hijos) en público. Algunos confiesan que se ruborizan y hasta que se traban al extremo de no poder decir siquiera "hola".

   Para mucha gente esta reacción puede parecer incomprensible, y es porque (sin tener habilidades especiales ni una inteligencia superior) ellos hablan frente a grandes grupos como mastican chicle. Pensemos por ejemplo en los profesores de escuela: todos los días dictan clases frente a 20 ó 30 personas y eso no representa para ellos ningún desafío. Ahora... ¿por qué será que algunos lo hacen normalmente y otros se quedan "paralizados"? La mayoría de nosotros conoce a un maestro o maestra y sabemos que no poseen superpoderes ni nada parecido. Pues bien, aquí un breve análisis y algunos tips que van a serte de gran ayuda para superar este escollo.



   Hágase las siguientes preguntas: ¿alguna vez le dio un consejo a un amigo, pariente o a cualquier persona? ¿se ruborizó o paralizó por ello? Sospecho que respondió primero que sí y luego que no. Bien, entonces usted pueda hablar ante tantas personas como desee o se requiera.

   Los motivos por los que mucha gente se asusta ante esta situación suelen ser los mismos: inseguridad, timidez, falta de autoestima... y la lista podría seguir, pero los ítems giran siempre en torno a una idea: "no puedo hacerlo" o "no sé hacerlo", generalmente son un poco de cada una.

   Entonces el tip número uno (y el único que voy a enumerar porque es el principal) sería entender que usted sí puede, simplemente olvídese por un momento que está siendo observado (sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero todos lo conseguimos); imagínese que está hablando con ese amigo o amiga al que le dio un consejo: usted lo hizo porque sabía lo que estaba diciendo. Lo mismo ocurre ante una multitud. Si usted va a hablar seguramente es sobre algo que conozca o domine: simplemente concéntrese en el tema que domina, y olvide por un momento el auditorio, no tema trabarse, tenga a mano una frase cualquiera que refiera (aunque sea remotamente) al tema y que usted se sepa de memoria, y si en algún momento se traba, ahí la usa. Por ejemplo, si va a hablar de economía: recuerde alguna frase conocida (y corta) de un economista famoso, lo mismo si es de matemáticas o de filosofía. Recuerde que como decía Freud, "Lo mejor es enemigo de lo bueno". ¿Ve? esa es mi frase de esta charla. Ni siquiera tiene mucho que ver con el tema pero suma y siempre tendrá una buena recepción, al tiempo que usted retoma con lo suyo. Corta -sin mucho sentido- y concisa. Puede usar dos o tres si lo desea pero al menos tenga una siempre a mano. No le tenga miedo tampoco a los silencios, entiéndalos como una cuota de suspenso a lo que usted va a decir a continuación (probablemente su frase de memoria) y luego, sin establecer un contacto visual específico con las personas que lo escuchan, continue con su exposición. Recuerde constantemente aquel consejo que dio y cómo sencillamente usted decía lo que quería decir, es la misma situación si multiplica a su amigo por 50, 100 o tantas personas como vayan a escucharlo. Entienda lo siguiente: usted tiene algunas ventajas que no usa y que más bien se le ponen en contra, de vuelta esa situación. Si está dando una charla (del tipo que fuera) es porque quienes están ahí quieren escuchar lo que va a decir, simplemente deles el gusto de oír lo que usted sabe y ellos no. Enséñeles, explíqueles y diríjase siempre de manera general. Use la ventaja de su conocimiento. Luego, cuando domine la exposición podrá incluso focalizar en ciertas personas en función de lo que está diciendo. Pero paso a paso, primero camine y después corra. Por ahora sólo mírelos como si fueran una masa única, como si se tratara de una sola persona muy grande, que ocupa un auditorio pero que no es más que una persona. Utilice las manos para llamar su atención (un buen porcentaje de la comunicación es corporal) y así desviarla un poco de las palabras; como el mago que nos distrae con una mano para que no veamos lo que hace con la otra. No utilice -por otro lado- palabras que le sean ajenas o incluso incomprensibles; simplifique y hable en un lenguaje en el que se sienta cómodo. Y por último, sonría. Además de relajarse usted, distiende a toda la concurrencia con una sonrisa, después de todo nadie fue a escuchar un discurso condenatorio. Recuerde que como decía Freud, "Lo mejor es enemigo de lo bueno". ¿Lo ve? siempre funciona.

   Luego de aplicadas algunas de estas nociones, usted podrá hablar sin preocupaciones ante multitudes y, con el tiempo, irá incorporando nuevas (y propias) técnicas que le sean de especial comodidad a usted, porque no somos todos iguales, pero todos podemos hablar en público.

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